Una ambiental sería: arribábamos a la Miami lasherina
en la siesta, el R12 de Pablo se estacionaba -indefectiblemente- en el último
casillero exterior y mi bici quedaba amarrada al poste de la luz, Mari llegaba
en bondi del trabajo a poner frescura y desprejuicio; luego encarábamos el
portón nos anunciábamos a los
guardias avanzábamos por entre palmeras y autos importados e ingresábamos por
la puerta de atrás del multimedio; de ái -en unos interiores hiperaseados- a
campear con la realidad de trabajadores sobrepasados por la presión y la
sobrecarga horaria. Con espíritu deportivo aquello tenía su costado de interés.
Ah -quede dicho-, íbamos a realizar un programa de radio; ahí se entiende ahora
esta ambiental, tiene un sentido exegético: imagínense ustedes cuando había que
plantear la importancia de un audio superquemado, roto, en el que Gianuzzi
habla por única vez en la red, o lo significativo para el programa, para los
objetivos políticos del programa, en
radioemitir otro audio donde Ioshua aúlla desde una perfo “pija, pija,
pija”.
Ahora que
leo los textos nuevamente (algunos ni siquiera los había leído, los había
escuchado en vivo) pienso que un anhelo está hecho: dar con un registro radial,
comunicativo, que no condescienda en nada, que nos traccione a todos los
oyentes hacia arriba; ¡aba! ¡a por la autonomía y la emancipación mediante el camino de la exigencia! Escuché decir
también, sobre este mismo programa radial, que pecaba de superficialidad y
facilismo. Por los cojones de Zeus, cuan basto es el mundo, papi.
Era un
programa de radio donde Pablo llegó a realizar la parte de soltarse en la
patineta de pensamiento/lectura/excursión de corte crítico. Digo era porque la mayoría de los textos que integran
el volumen que tienes en tus manos, joven amiga, fueron realizados en la temporadita
que Contemporáneos pasó en Lv6, pero aquello ya fue y el programa sigue vivo,
aunque de otra manera.
Genial el de
Charlie Feiling, porque el loco da con el
tono Feiling, y además, claro está, en la calentura del “Pelado”, queda dicho lo de pelotudo a
Cortázar. El de Miguel Ángel Bustos -magnífica triada de “contemporáneos
ausentes” que completaban Gianuzzi y Santoro- es de una belleza épica y
amorosa. Con la nona de Copi, empezaron las películas, el trávelin furioso
que nos traslada a instancias de visión:
Para el autor de La internacional argentina la revolución pasaba por cambiar las llamadas buenas costumbres, demoliéndolas desde sus mismos cimientos. Su obra encarnó como pocas esa suerte de subversión festiva que buscaba corroer los engranajes del orden (sexual, moral, estético y político) impuesto.
Desde el principio la idea fue hacer una presentación: contemporáneos, una presentación de literatura de-en nuestro tiempo, operando a la manera de algunas de las búsquedas del arte visual, esto es: presentar la cosa artística a partir de su manifestación social, la cosa estetizada tal como se nos aparece en sus registros de circulación –de aquí la idea de la presentación como collage de “esto y aquello, dicho y escrito ya, diseminado en este y aquel sitio de la red, se lo corta se lo pega, se da cuenta de, se presenta eso que hay: el texto, el paratexto dicho en la entrevista, el pos-texto del que lee y reflexiona”-, se presenta en el exotismo de desconocer y compartir con un interlocutor, y se presenta desde el exotismo de un expedicionario que traza cualquier ruta de lectura, la que le pinta, pero más que preponderar en aquellas elecciones, prepondera y propaga la vindicación de que cada quien trace su ruta de lecturas contemporáneas, a su tiempo, a su modo, y de que eso es una necesidad insoslayable a cualquier realizador, a cualquier lector, a cualquiera que se aventure en el territorio-sostén de “un determinado tratamiento de la belleza”; al cabo, presentar como manera de realización del desmesurado lema que inspira a “contemporáneos”: ¡autonomía y emancipación!
Cuando Pablo llegó... llegó el travelling a Contemporáneos: unas veces suave como poseído a lo Lynch y otras vertiginoso y desmesurado a lo Llugany. ¿Qué sé yo, por decir algo, no? Se me figuró prontamente que la lectura que el muchacho realizaba era del tipo travelling cinematográfico o paseíto figurado por los prados del Connato, de la bienaventurada connotación. En este sentido, la escena planteada en el comienzo del capítulo dedicado al autor del Himalaya o la moral de los pájaros concluye con la nítida imagen de Bustos gritando en mi cabeza “el dolor no existe, el dolor no existe”.
Aprontémonos, caros y distantes oyentes, a esta curiosa excursión en la vigorosa voz…”. Quizá haya sido la voz lo cinematográfico, mmm, o, en su texto “puede ser, dije y volví a vaciar el vaso” pero se me ocurría que aquello sonaba en un registro radial que escucharía.
Estos son algunos datitos que yo conozco y comparto con ustedes, datos que más tarde bien podrían trocar en herramientas, ojala este libro nos aliente a armar nuestra propia caja de herramientas para la lectura.
Otras lecturas: un hallazgo el de producir un texto que, superpuesto a lo que se lee, explique, esto en Gavril Alone: Stencil sobre la tierra; el uso de “pespunteados” también. Las referencias a lo que se ve apenas en la red de Gianuzzi y Zelarayán. Serio y para el mañana el ensayo Una máquina blanda de Pablo Arabena. Que pensar es relindo y que aventurarse en el jardín de lo no dicho mediante el ejercicio de la inteligencia mata. Como dice Daniel Durand en una de las entrevistas referenciadas desde el programa radial:
O sea, hacer un giro para lograr lo que creo que se trata de lograr, que en definitiva es la poiesis, la ostranenie, el extrañamiento del lenguaje, buscando lo que nunca ha sido dicho. Y de lo que ya ha sido dicho tratar de escapar, por más que no lo logremos.
Este libro deja constancia de un método de lectura, método que Grasso debe haber gestionado a lo largo de años –en instancias felices y desgraciadas-, en el punto exacto en el que el loco se ve interceptado por un programa radial a lo rápido e improvisado, no con un programa radial: con un programa -estético-otro con necesidad de laburar. Hay un poderoso gesto de inteligencia en la escritura de Grasso al adaptarse a las nuevas condiciones; la lista de autores es un texto que denota esa plasticidad.
El término “contemporáneos” anda en skate, desplazándose siempre, sin anclarse nunca a ningún grupo etario. Siempre podemos elegir ser contemporáneos a algo. Musicalizamos tus desplazamientos, hermano.
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